Otro de los grandes géneros dentro del modelismo es el ferromodelismo, es decir, la representación de trenes y todo lo relacionado con el mundo ferroviario en pequeños modelos a escala. Quizás uno de los hobbies más ampliamente difundidos, cuenta con una gigantesca comunidad alrededor del mundo y numerosas exposiciones y competencias anuales. La construcción de maquetas ferroviarias involucra diferentes aspectos, los que requieren de una gran fijación por el detalle y el interés por reproducir de la mejor manera posible los elementos reales.
En primer lugar, la construcción de vagones y locomotoras demanda no sólo la recreación de la forma y elementos decorativos de cada uno de los vehículos, sino incluso de su mecanismo de funcionamiento y del esquema de pinturas correspondiente a las compañías que los han operado. Esta tarea requiere muchas veces de investigación historiográfica, si el modelo de interés es antiguo y ya no se encuentra en operación.
En segunda instancia, la construcción de estaciones, trazas y mecanismos de señalización obsesiona también a los modelistas, que no se contentan con reproducir únicamente a los trenes. La necesidad de mantener una escala adecuada complejiza enormemente la reproducción de edificios y el entorno natural, por lo que el cuidado de los detalles debe ser la preocupación primordial. Esta dificultad se incrementa notoriamente cuando los hobbistas buscan recrear estaciones y ambientes regionales reales, porque deben respetar las características geográficas de la zona además de copiar fielmente todos los elementos arquitectónicos que componen los edificios en los que se inspiran.
Esta gran dedicación de tiempo y materiales es la que determina que el ferromodelismo sea un hobby costoso y no apto para cualquiera. Si bien suelen venderse modelos terminados o en piezas para armar, su precio de venta puede alcanzar fácilmente los cientos de euros.